Barcelona, España, 1985. Pol Agustí retrata a sus amantes y amigos y las situaciones que se encuentra en el camino. Intima con el sujeto desnudo, explora la piel en todas sus edades y los cuerpos en todas sus contorsiones posibles en búsqueda continua de una nota de humor surrealista.
Su obra documenta una serie de retratos de personas que ha encontrado en viajes a lugares como Kualalumpur, Detroit, Arizona, Tabasco, Sonora, Mallorca e Indonesia buscando la belleza en lo extraño o lo oscuro.
Pol conoce a Chalo en 2013 y sigue visitándolo cada pocos meses durante dos años. Así, se convierte en su primer estudio y aunque el resultado está alejado de un fin antropológico si documenta su relación.
En Chalo, se establece un juego real que se consigue sólo gracias a la confianza mutua entre dos personas. El contexto en que tienen lugar son las Lagunas de Chacahua en Oaxaca y los elementos que aparecen son objetos encontrados allí. Todo sucede sobre las bases de una política sexual ligeramente desfasada de nuestros cánones urbanos y probablemente influenciada por el imaginario muxe del istmo de Tehuantepec.
La figura de Chalo, gay y aparentemente travesti, es especialmente singular por el hecho de haber perdido una pierna en la hélice de una barca que cruzaba la laguna. Quizás por eso impresiona tanto la sensualidad desbordada que transmite sobreponiéndose a su condición de tullido para captar toda la atención con una mirada que casi parece abrazar a quien lo mira.