DANIELA LIBERTAD
Ciudad de México, 1983. Estudió la licenciatura en Artes Plásticas en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda” (2002-2007), en la Academia de Artes de Karlsruhe, Alemania (2006-2007) y la maestría en Artes Visuales en NYU Steinhardt, Nueva York (2008-2010).
Trabaja con dibujo, fotografía y video, explorando las diversas relaciones entre formas geométricas, objetos y su cuerpo, la percepción de lo intangible, lo místico y su conexión con la vida cotidiana. Investiga también cómo se construyen y depositan dinámicas escultóricas en los objetos, intentando comprender las relaciones de peso, tensión y equilibrio, que se dan entre materiales, formas y objetos.




"LO QUE REPOSA TAMBIÉN RESISTE"
El diálogo que Daniela Libertad establece con el mundo de los objetos y el cuerpo sensible y vital del universo se sitúa desde el silencio del ‘reposo’, dimensionando a través de sus piezas los aspectos tangibles y los flujos de energía indomables inherentes a esas fisicidades. Es así como plantea situaciones de ‘tensión’ y ‘resistencia’ entre cuerpos, materiales indistintos y objetos. De a momentos es la línea y su desplazamiento a través de la retícula, el hilo, el papel o el metal la que rige las preguntas impuestas por la artista. Preguntas espaciales y matéricas que se entrecruzan en algún punto con los problemas compositivos-receptivos de la obra de arte, ligados a los cuestionamientos filosóficos modernistas de principios del siglo xx. Sin embargo, en gran parte del trabajo de Libertad, la línea funciona como gesto y aún en la aglomeración a manera de cuerpo reticular opera como un movimiento que aprisiona o devasta la materia, la doblega, la acalla, la silencia de cualquier anclaje con la realidad.
El tiempo es otro de los aspectos fundamentales para que las condiciones propias de los objetos y materiales se corrompan silenciosamente en espacios y lugares. De la misma manera en que las personas se desfasan y mutan dentro del flujo de la vida. La idea del ‘reposo’, la quietud del tiempo proyectado en la pasividad aparente de las cosas, en las ausencias o distancias humanas resiste en su devenir intrínseco. Fisurando lentamente la materia, lo que se puede tocar y aquello que, incluso nunca podrá imaginarse. Pero el interés no está situado en la marca o huella del transcurrir del tiempo sino en la forma en cómo éste erosiona la inercia natural de la materia: el papel que se contorsiona por la gravedad y ligereza de su peso; el cobre que pende de una larga tira de papel; los hilos que engullen una escalera que ya no lo es más.
Violeta Celis







